sábado, 24 de julio de 2010

Worksheets : Attention

In this link you will find different worksheets that you can print, and help your child in attention and concentration area. As well there are some that will help in their fine motor skills.
En este link encontrarán fichas que puedes imprimir para trabajar con los chicos tanto en atención - concentración como en habilidades de coordinación fina.

Maribel Martínez Camacho y Ginés Ciudad-Real Fichas para mejorar la atención
http://orientacionandujar.wordpress.com/
http://orientacionandujar.wordpress.com/fichas-mejorar-atencion/#labeani

jueves, 22 de julio de 2010

This and That...Lots of Fun!

Hi, My dear Beavers I put together different pictures from different activities.
Do you remeber what activities you were doing on these pictures? We have lots of fun during this second term and more to come on the third one.
Hope you are having amazing holidays, and I´ll see you again next Monday.
Miss you!!!

lunes, 12 de julio de 2010

Tips para los papis y mamis: Pesadillas

Queridos Papis para tenerlo en cuenta....
El porcentaje de niños que sufren pesadillas oscila entre el 10 y el 50%, produciéndose con mayor frecuencia en los niños de edades comprendidas entre los 3 y los 6 años. Las pesadillas se dan tanto en niños como en niñas, a pesar de que en la edad adulta las mujeres sufren más pesadillas que los hombres.

Las pesadillas son trastornos del sueño debidos, frecuentemente, a un estado de ansiedad. Durante el sueño es cuando surgen y afloran los temores más ocultos. El niño tiene la convicción de que lo que está soñando es real, por ese motivo siente miedo y angustia. En el caso de que se despierte, suele recordar lo que ha soñado y generalmente, a medida que explica con detalle el contenido de esa pesadilla, disminuye la ansiedad experimentada.

No debemos confundir las pesadillas con los terrores nocturnos. En las pesadillas el niño se despierta, recuerda lo que ha soñado y es capaz de explicarlo. Además, acostumbran a darse hacia el final de la noche. En cambio en los terrores nocturnos el niño no se despierta ni recuerda lo que le ha sucedido. En consecuencia, no puede explicar nada, y suelen aparecer al principio de la noche.

Si nuestro hijo sufre una pesadilla, posiblemente se despierte angustiado, grite y sienta miedo. Pese a ello no debemos preocuparnos, es normal; seguramente, en alguna ocasión, nosotros también nos hemos despertado sobresaltados a media noche tras haber tenido un sueño desagradable o simplemente extravagante.

Pensemos que, si durante el día ha sucedido algo que le ha provocado miedo o inseguridad, muy probablemente se manifestará ese temor por la noche. La mejor manera de solucionar esta situación es buscar el origen de este miedo, es decir, uno debe enfrentarse a la fuente que lo provoca. Se trata de un aprendizaje más, el niño en cada encuentro con el objeto, persona o situación que le provoca terror aprenderá (por propia experiencia) que no le puede perjudicar, en consecuencia, el temor y la ansiedad tenderán a desaparecer tanto de forma consciente como inconsciente.

Las pesadillas pueden tenerse durante periodos de tiempo más o menos largos, lo mismo pueden tenerse durante unas semanas que durante varios meses. En la mayoría de los casos, como indicamos, se encuentran asociadas a fenómenos externos que ocurren en la vida cotidiana, fenómenos que por un motivo u otro pueden crear alguna clase de temor. En el momento en que nuestro hijo se duerma, muy probablemente, esos temores, ansiedades, inseguridades, decepciones o contrariedades experimentadas durante el día, irrumpan durante la noche, pero de forma desordenada. Es decir, lo que ha provocado el malestar o conflicto diurno, reaparecerá nuevamente por la noche en la mente del niño en forma de pesadilla.

En nuestro caso, como padres, lo aconsejable es que cuando el niño nos llame a media noche para que acudamos en su auxilio, intentemos calmarlo y le hagamos entender que no está solo, que estamos con él. Cuando él vea que no hay nada que temer, la ansiedad irá disminuyendo de intensidad hasta que logre conciliar de nuevo el sueño.




Ciara Molina García
Licenciada en Psicología

First - Last

miércoles, 7 de julio de 2010

Caillou - ¿Le tienes miedo a la oscuridad?

Story - Farm Animals

Tips para Papis y Mamis - Control de Emociones

Este artículo también lo encontré en la web, muy interesante.
¿Por qué preguntarnos algo así? Pues porque los sentimientos componen el sustrato sobre el cual el niño, en su interacción con el mundo, elabora su interpretación del mundo y de sí mismo. Y porque este tipo de aprendizaje se realiza fundamentalmente en el seno de la familia.

Como señala D. Goleman en su obra Inteligencia emocional:

"La familia es el crisol doméstico en el que aprendemos a sentirnos a nosotros mismos y en donde aprendemos la forma en que los demás reaccionan ante nuestros sentimientos; ahí es también donde aprendemos a pensar en nuestros sentimientos, en nuestras posibilidades de respuesta y en la forma de interpretar y expresar nuestras esperanzas y nuestros temores. Este aprendizaje emocional no sólo opera a través de lo que los padres dicen y hacen directamente a sus hijos, sino que también se manifiesta en los modelos que les ofrecen para manejar sus propios sentimientos y en todo lo que ocurre entre marido y mujer. En este sentido, hay padres que son auténticos maestros mientras que otros, por el contrario, son verdaderos desastres."

Veamos ahora en qué forma A. Faber y E. Mazlish, psicólogas especializadas en la comunicación entre padres e hijos, en Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen, nos recomiendan cómo podemos actuar para ayudar conscientemente a nuestros hijos a manejar sus sentimientos, revisando a la vez nuestros propios hábitos de respuesta frente a las situaciones de conflicto emocional en las relaciones familiares.

En primer lugar, hemos de ser capaces de escuchar con toda nuestra atención al niño de cualquier edad que nos esté explicando un problema, un conflicto, un logro o una duda, dejando de lado lo que estemos haciendo, los problemas de cualquier tipo que nos preocupen e, incluso, el concepto que tengamos forjado de él. Es importante demostrar a nuestro hijo que realmente sus sentimientos son tan importantes para nosotros como lo son para él. Los padres solemos poner poco en práctica esta actitud de escucha atenta, sumergidos como estamos en un mar de trabajo y de responsabilidades, y sin embargo es una de las condiciones básicas a seguir si de verdad queremos que nuestro hijo nos exprese sus emociones de forma habitual.

En segundo lugar, debemos tener en cuenta que, en ocasiones, las mejores palabras son aquellas que no se dicen. Asentir con la cabeza, o con expresiones cortas y neutras del tipo: ¡Vaya!, ¡Hum!, ¡Ajá!, le dará a nuestro hijo el espacio que necesita para expresarse sin sentirse juzgado, pudiendo a la vez pensar en voz alta y buscar sus propias soluciones. Este tipo de diálogo nos permitirá a nosotros escucharle, intentar comprenderle más allá de las palabras y no intervenir hasta conocer totalmente la situación que nuestro hijo ha vivido y cómo se ha sentido.

En tercer lugar, debemos ayudarle a nombrar lo que siente. La identificación es necesaria para que el niño comprenda sus emociones. Los niños a menudo confunden las sensaciones más elementales o se angustian ante un sentimiento al que no saben nombrar y, por tanto, reconocer y enfrentarse a él. Debemos verbalizar el estado emocional de nuestro hijo desde pequeño para ayudarle a identificar lo que siente y mostrarle que somos capaces de ponernos en su lugar y comprender sus reacciones.

El niño que se siente bien, normalmente se porta bien. Sentirse comprendido y aceptado por los padres es requisito previo para aceptarse a sí mismo, y la aceptación de uno mismo es, a su vez, requisito previo para el bienestar interior, puerta de la felicidad.

Cuando el niño expresa lo que siente sabiéndose escuchado, respetado y comprendido, aprende a fiarse de sus sentimientos, aprende a escucharse y a saber manejar emociones tan intensas como la antipatía, la vergüenza, la ira o el rechazo. Los estudios más recientes revelan que la capacidad de expresar los propios sentimientos constituye una habilidad social fundamental. Difícilmente el niño podrá desarrollar esa habilidad si el ambiente familiar no se lo facilita. Podemos haber heredado una tendencia de carácter, pero un ambiente comprensivo y abierto al diálogo facilitará la adquisición del control emocional necesario para funcionar y tener éxito en las relaciones personales.




Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria